Se dice que los magos tienen una cualidad sobrenatural, que tienen poderes y son capaces de realizar las más increíbles rutinas. Desde tiempos inmemoriales existe la magia. Es un lenguaje universal que no distingue fronteras, raza, sexo, edades ni condición social.
Antiguamente, se le adjudicaban poderes sanadores y conocimientos acerca del mundo de los espíritus, siendo muy importante su papel en comunidades del África, Asia, Oriente y América. En Europa eran consultados por sus poderes de adivinación, siendo ese su “principal poder”.
Para Bruno Tarnecci, la ventaja de ser mago es que se vive jugando con la esencia de un niño y gracias a ello se puede ver el mundo desde otro ángulo.
Con mucha ilusión busca la magia en lo cotidiano y asegura que trata de contagiarla a otras personas para que vivan felices y sientan su energía desde que abren los ojos en un nuevo amanecer.
“Podemos encontrar magia todos los días en diferentes acontecimientos de nuestras vidas, desde que despertamos, nos enamoramos, nos desilusionamos, vemos crecer a un hijo, descubrimos olores, sabores, abrazamos y cuando disfrutamos aquellas pequeñas cosas que son mágicas si las vemos con esos ojos”.
En magia, el espectador es el protagonista de la escena y este espectáculo, lleno de dinamismo, humor, magia visual y música en vivo a cargo de Le Miner Swing, nos hará descubrir que las cosas más simples de la vida son mágicas.
Bruno Tarnecci, el protagonista de esta exhibición, ganó el Gran Prix (reconocido como el mayor premio en la industria de la magia) en el 2009 y tras ese logro fue invitado a presentar su propuesta por la Federación Internacional de Sociedades Mágicas, donde obtuvo el 4to. puesto a nivel mundial en Beijing, China.
Acaba de ser reconocido con el primer lugar en el Premio latinoamericano de Magos 2015 realizado en el teatro Solís que es el mayor referente patrimonial de las artes escénicas de Uruguay.